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jueves, 12 de septiembre de 2019

Las tres cruces, testigos de gran parte de la historia de Teloloapan

A pie del antiguo camino a Chapa se alzan tres viejas cruces, que con el tiempo dieron nombre a ese punto: "Las tres cruces".

Autor: Mario F. Delgado Castro

Al principio nadie sabia cuándo ni por qué fueron levantadas, pero de acuerdo con los testimonios de personas que rebasan los 80 y 90 años de edad, las cruces ya se encontraban ahí cuando ellos eran niños y para entonces su historia ya era desconocida, por lo que es muy probable que cuenten con más de un siglo de antigüedad.
Posteriormente en la década de los años 40 se sustituyeron por otras tres cruces más recientes, esas son las que se muestran en las fotos. Esas cruces a decir de algunos fueron donadas y puestas ahí por ciudadanos de tres pueblos. Una fue donada por pobladores de Teloloapan, otra por pobladores de Los Sauces y la otra por pobladores de la Concordia.

Es muy probable que esas cruces fueran colocadas ahí para proteger de cualquier mal a los peregrinos y personas que transitaban por esas veredas para ir de Teloloapan a Cuetzala y poblados vecinos y viceversa, ya que en ese entonces no había carretera y se tenía que transitar por caminos de herradura.

Ubicadas en el más antiguo camino que unía a Teloloapan con Chapa, donde hay una ramificación de caminos que conducen a La Concordia, Acatempan, Los Sauces, El Pedregal, etc., las tres cruces se encuentran en una zona que destaca por su fuerte misterio, su riqueza cultural y sus historias, muchas de ellas rescatadas por el autor Mario F. Delgado Castro en el libro electrónico "leyendas, narraciones y sucesos extraordinarios de Teloloapan Guerrero".

Muy importante y de mucho ajetreo en el pasado, aunque actualmente olvidado y casi intransitado, el viejo camino a Cuetzala aún guarda a su pie a las tres cruces, mudos testigos de que todo esplendor perece y que ninguna importancia permanece para siempre.

Fuente: Teloloapan.com

miércoles, 29 de mayo de 2019

¿Qué fue del Museo Oztuma-Cutzamala en Arcelia?

Las crónicas de hace 500 años dicen que de 1480 a 1520 hubo una gran guerra en Tierra Caliente, entre Cutzamala por parte de los Tarascos y Oztuma por parte de los Aztecas. El propio rey tarasco Tzitzipandacuare fue a Cutzamala a colocar una guarnición de diez mil jóvenes guerreros que deberían atacar y tomar los cinco fuertes aztecas de Oztuma, más allá de donde hoy está Tlalchapa. Los guerreros de Cutzamala iban en grandes grupos caminando hasta Oztuma e iban desnudos, dirigidos por un joven muy bravo y valiente llamado Tiuime que usaba flechas con puntas de oro. Fue en 1520 cuando los tarascos de Cutzamala tomaron los cinco fuertes de Oztuma, narra la Relación de Oztuma de 1579. En 1998 la Universidad de Pensilvania envía al Dr. Silverstein para investigar este suceso y junto con su equipo reunió el informe de acuerdo a las fuentes históricas de hace 500 años. Además hizo estudios arqueológicos en Cutzamala y Oztuma reuniendo 12,926 fragmentos cerámicos, y 5097 piezas de obsidiana, pinzas de bronce, y muchos restos más, y los depositó en la Biblioteca de Arcelia y le llamó "Museo Arqueológico de la Frontera Proyecto Oztuma-Cutzamala". ¿Todavía existirá o qué fue de esas piezas?

lunes, 13 de mayo de 2019

¿Qué fue de las celosías del atrio de Cutzamala?

De acuerdo con la fotografía en 1973 aún estaban las celosías de la barda del atrio de la iglesia de Cutzamala, parecidas a ladrillos pero semiesféricas. Las tenía toda la barda del atrio: al Sur; Oeste y Norte. El atrio lo construyó el padre José María Escoto en los años 70s del siglo XIX, es decir hace 150 años, y antes había construido la iglesia de Cutzio. En los años 80s del siglo pasado, hace alrededor de 40 años, ¡desaparecieron! y en su lugar colocaron barrotes metálicos horrorosos. Sólo dejaron una parte de celosías frente al edificio del Ayuntamiento de donde se podría sacar la muestra para volver a colocarlos. ¡Inconcebible haber destruido una obra arquitectónica!

lunes, 23 de marzo de 2015

El aroma de la comida calentana y sus anhelados recuerdos

De mi abuela no tengo más recuerdo que moviéndose alrededor del fogón. Creo que ese ruido particular, el de la leña introducida en el fogón, entre las cuatro o cinco de la mañana, era el que marcaba el inicio del día, la hora en que todos despertábamos. 

Ahí, en el fogón, había, casi invariablemente, leche bronca, calabaza en piloncillo, café, combas y tortillas. Las formas únicas del cielo resplandecían, entre el humo, para dar forma al rostro de mi abuela y a lo que cocinaba. Así, sin certezas, pueden llegar los alimentos hasta nuestra memoria. Basta probar algo que hace años no lo hacíamos, para hacer un registro incierto de los años pasados, enlazar, digamos, sabores con tiempos que ni siquiera recordábamos. Cada vez que mi madre viene desde Guerrero, espero ansioso los alimentos que trae a casa. Son sabores y olores únicos para mí, reconocibles, a lo cuales estaba habituado y que ahora implican una falta y hasta un lujo. La preparación de estos alimentos está íntimamente ligado a elementos de la zona, a ingredientes particulares de la región e incluso a su temperatura. El uso del horno de barro, por ejemplo, mantiene una vigencia inalterable para la elaboración del “pan de vaqueta” o el pan dulce. La razón no puede ser más que los resultados: este pan sigue tan exquisito y delicado como lo recuerdo.
A la fecha, cuando viajo a mi pueblo, he visto más de una ocasión a cuatro hombres —como lo ordena el canon—, con palas en mano removiendo el piloncillo y la canela y la leche en una cacerola bajo la leña. El trabajo es extenuante, casi ocho horas, hasta que la leche queda tan sólida que ya no es posible removerla más. No hay otra forma de hacer Atole Dulce (Leche dura). En mi región, Tierra Caliente, la permanencia de las tradiciones culinarias están lejos de obedecer a una risible mexicanidad o, peor aún, a un mercado turístico porque simplemente no lo hay. En realidad, el calentano —como nos llaman— no tiene otra posibilidad más que cocinar lo que cosecha y los animales que cría, echar mano de los frutos de la región, incluso de hierbas comestibles. Pero también, por otro lado, guarda un desprecio íntimo por lo que se come en otros lados o en las grandes ciudades. En constante inmigración, viaja con toqueres, gorditas dulces, requesón, semillas de calabaza, tamales de ciruela; desde Estados Unidos piden que les manden un poco de longaniza. Y en un viaje de ida y vuelta, de tiro aguanta el hambre o pide nada más el café.
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domingo, 15 de marzo de 2015

El lenguaje de la cocina calentana

En cada ocasión que nos visita, mi madre, para reconfortarnos, trae consigo alimentos de nuestro pueblo. Como lo hacía mi abuela, mi madre atesora, para el viaje, estos alimentos en servilletas y los acomoda con delicadeza en canastos. 

En el caso de mi abuela ―de origen náhuatl y analfabeta, a quien le hubiera escandalizado las palabras “arte” y “decoración” en relación a la comida―, mucho de su carácter se evidenciaba en la rafia que usaba para envolver, sin adornos y con un nudo preciso, el canasto de comida que nos obsequiaba. Alguna vez mi abuela me mandó a matar a una gallina, me explicó cómo usar el dedo pulgar en el cuello y con la otra mano girar la cabeza del animal. Mi torpeza y compasión hicieron sufrir largo tiempo a la gallina. Mi abuela me disculpó porque yo vivía en la ciudad. Eso, para ella, era razón suficiente para ser chambón. Me quitó la gallina y con un solo golpe del dedo pulgar la desnucó. Pero yo, con aquella muerte prolongada, le había quitado dignidad a la gallina, y de paso le arrebaté los años sencillos y apacibles en el patio, lleno de maíz que mi abuela regaba con el doblado y adonde atraía a
la gallina con un dulce cuchicheo. 
Decía “nance” en vez nanche, “sandilla” en vez de sandía, “cirgüela” en vez de ciruela, de lo cual sus hijos se admiraban y la corregían, pero yo captaba, en su timbre, la evocación y el cariño por la fruta, y la relación íntima y respetuosa con los árboles que todavía habitan su casa. Esa misma inventiva y riesgos del lenguaje, eran naturales en su cocina: incluso en tiempos de pobreza aportaba dignidad a la mesa, porque sabía que tenía un jardín con pinzanes a la mano, y hojas de plátano para barnizarlas de ceniza y preparar tamales nejos. Sabía también que el final de la época de lluvias, cuando todavía apetece el cielo de nublado, habría camaguas (toqueres).
Autor: Roberto Bernal

lunes, 23 de febrero de 2015

Piedra Tecampana en Telolopana Guerrero

La famosa piedra que canta de Teloloapan, al pegarle suena como campana. 
 
Cuenta la leyenda q: a la muerte del Rey Azteca Ahuitzol, soberano muy cruel, tenía que sucederlo en el trono su hijo el príncipe TECAMPA a quien llamaban Cuali; según las tradiciones para llegar a ser emperador Tecampa tenía que emprender la xochiyaóyotl o guerra florida, que a diferencia de las guerras de conquista, tenían por objeto procurarse prisioneros para sacrificarlos al dios del sol, Huitzilopochtli.
Al toque de los teponaxtles y rugir de los caracoles emprendió su camino hacia el sur de la capital mexica porque su meta era llegar a conquistar un pequeño reinado indígena ubicado en el lugar llamado Mexicapán e incorporarlo al imperio Azteca; para esto Tecampa venció a los pequeños pueblos de Alahuixtlán, Quauhtlapechco, Ixtlahuacatengo, Oztuma, Alpixafia y Tlaxicaztla, logrando tomar bastantes prisioneros, por último se encamina a Mexicapán; pueblo de raza chontal, el calpixque o jefe del lugar llamó a Texol, quien vivia en paz junto a su hija NA, joven de una hermosura inigualable que amaba mucho a su padre y era fiel a la independencia de su raza. No era la primera ocasión que su pueblo era amenazado, y ya se habían liberado de pagar el tributo al cacique chontal Tletecuhtli, el "señor Fuego", Texol se apresura a alentar a las tropas chontales a luchar con denuedo y vencer o a morir en la pelea...

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martes, 3 de febrero de 2015

Reflexion para nuestros hijos

Nuestros queridos y amados hijos, el día que ya nos vean viejos, les pedimos por favor que tengan paciencia, pero sobre todo traten de entendernos.  

Si cuando hablamos, repetimos el tema, no nos interrumpan diciendo “eso ya me lo contaste” solamente escuchen por favor y recuerden los tiempos en que fueron niños nosotros les contábamos lo mismo, hasta que se quedaban dormidos. Cuando no nos queramos bañar, no nos regañen y por favor no traten de avergonzarnos, solamente recuerden las veces que su madre tuvo que perseguirlos con miles de excusas para que se bañaran cuando niños. y si al comer, nos manchamos, que es común, o tiramos la comida,o hacemos gestos que no gusta, no se impacienten, nosotros vimos lo mismo de ustedes cuando guaches.
Cuando vean nuestra ignorancia ante la nueva tecnología, enséñenos un poco para aprender, no se desesperen. Recuerden que nosotros les enseñamos muchas cosas, como comer, vestirte y peinase, como lidiar con la vida, antes no había controles remotos, les llamábamos a gritos por su nombre o apodo, ese era nuestra mas rápida forma de llamarles y los mensajes se mandaban con el que iba pasando,no fallaba.
Si alguna vez perdemos la memoria o la conversación, no se impacienten, los libro de cuentos e historias siempre serán los mismos,solo habrá nuevos libros con nuevos cuentos e historias.
Tengan presente que lo más importante para nosotros es estar con ustedes y que nos escuchen. Y cuando nuestras cansadas y viejas piernas, no nos dejen caminar como antes, denos su mano, de la misma manera que nosotros se las dimos cuando dieron sus primero pasos.
Cuando estos días lleguen, traten de entendernos y ayúdenos mientras llega al final de nuestras vidas. Nosotros se los estamos agradeciendo siempre, y esperamos con gran amor ese momento. Recuerden que aunque con sus prisas y pretextos, siempre los amaremos. 
Atentamente sus padres.


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domingo, 23 de noviembre de 2014

De cómo el agrarismo hizo a Tlapehuala municipio

El 5 de noviembre de 1947 en el Periódico Oficial del Gobierno del estado se publicó el decreto número 43 en el que de acuerdo a un artículo transitorio del mismo documento, a partir del 20 de noviembre de 1947 Tlapehuala sería nombrado municipio con cabecera en el pueblo del mismo nombre.

Pueblos, rancherías y cuadrillas fueron segregadas de los municipios de Ajuchitlán del Progreso y de Pungarabato para formar el nuevo municipio.
También, en un transitorio se le ordenaba al entonces gobernador del estado, general Baltasar R. Leyva Mancilla que nombrara un concejo municipal para la administración del naciente municipio.
 
Cómo se llegó a esto

De acuerdo a documentos históricos, la lucha por el reparto de las tierras en la región de la Tierra Caliente y en todo el estado de Guerrero, fue una lucha de sangre y de formación de cuadros políticos campesinos.


En el periodo del gobernador Adrián Castrejón Castrejón (1928-1931), general zapatista que acompañó a Zapata cuando fue emboscado por Guajardo en Chinameca hubo repartos agrarios en el estado de Guerrero y Tlapehuala se le dotó de su ejido en 1929.

Para llegar a esto fue una lucha a sangre y fuego de los agraristas con los poseedores de la tierra en la región.


Desiderio Borja, coyuquense distinguido, enarboló el movimiento agrarista en la región.

El brazo armado del agrarismo fue José Jaimes Rojas, quien había sido coronel zapatista y quien junto con sus hermanos Bartolo, Andrés y J. Santana, además de otros tlapehualenses como Delfino Hernández Sánchez, Simplicio Fierros, Domingo D. Guzmán, Estanislao Heredia y muchísimos más que se le escapan a la memoria de este escribidor, encabezaron el movimiento por el reparto de las tierras. Por ello fueron perseguidos, asesinados y encarcelados, por el delito de pedir la tierra para quien la trabaja desde 1920.

Este movimiento, que no solo abarcó a Tlapehuala, posicionó políticamente a estos agraristas. Algunos de los mencionados fueron de los primeros en afiliarse al abuelito del PRI y Tlapehuala, al ser un pueblo perteneciente al municipio de Pungarabato tenían el derecho a participar políticamente en la elección del presidente de este municipio.

Así, Domingo D. Guzmán, Estanislao Heredia y Santana Jaimes, entre otros tlapehualenses, fueron presidentes municipales de Pungarabato.

En 1946 J. Santana Jaimes Rojas gana la elección para presidente municipal de Pungarabato y tomaría protesta el primero de enero de 1947.

Salvador Santamaría y seguidores, en un acto villano y antidemocrático, pistola en mano, amenazó de muerte a Santana Jaimes para que firmara su renuncia como recién electo presidente municipal.

Las autoridades electas de Pungarabato, en 1946, enviaron telegramas al gobernador del estado donde informaban de la felonía que eran víctimas y, pese a la frase acuñada en esa época “los de Pungarabato que manden en Pungarabato y los de Tlapehuala en Tlapehuala”, la verdad es que la presidencia municipal se había ganado en una elección constitucional y el resultado de la misma estaba siendo arrebatado por el cañón de las armas.

Andrés Jaimes Rojas, quien era diputado local, junto con sus hermanos y líderes agraristas que tenían la mayoría del pueblo, propusieron en una solución de paz y fuera de confrontaciones al gobernador del estado, que Tlapehuala fuera un nuevo municipio.

Los trámites

Y así fue como los tlapehualenses formaron su comité pro erección del municipio con Emilio Isidro, Santana Jaimes, el párroco Amado García, Guillermo Limones, Filiberto Salmerón y Bardomiano Flores como un primer paso para reunir todos los requisitos y que Tlapehuala se erigiera como municipio.

 
A pie, a caballo, desde El Tinoco hasta Hacienda Nueva, buscando el consenso de los pueblos, comunidades y rancherías que formarían al nuevo municipio.

En Chilpancingo Andrés Jaimes Rojas, Rafael Jaimes, Ernesto Domínguez Pichardo, Constantino Cabrera, todos diputados locales hacían lo propio para que el 3 de noviembre, en el salón de sesiones del Congreso del estado se diera el decreto número 43 que nombraba como nuevo municipio a Tlapehuala a partir del 20 de noviembre de 1943, para glorias eternas de este pueblo creativo y luchador.
 

viernes, 14 de noviembre de 2014

Aunque yo también vaya en la bola

Genaro Villegas, El Tecolote como lo apodaban en el racho de Las Paredes, rotetito, sin nada qué comer aquel día, le dijo a su mujer:
Me voy pa San Lucas, a ver quen me fiya aviyo, pa comer.
Llegó a la casa de Chon Villela y le pidió:
Patrón, fíyeme algo de aviyo pa comer, no tengo dinero.
Amigo, no puedo fiar nada le contestó don Chon.
Se fue a la casa de Pedro el Gûero, y tampoco le fio. Decidió regresarse a Las Paredes pero saliendo del pueblo pasó por la tienda de Agapito Vázquez, la que se hallaba por Las Barreritas, entró y le dijo:
Patrón, fíyeme aviyo, pa lla refiriéndose a las demás tiendas nadie me quiso fiar.
Amigo, no puedo.
Ricos hijos de la chingada explotó El Tecolote.
"¿¡Queee!?, ¿¡qué dijiste!? le preguntó Agapito.
El Tecolote corrigió de inmediato:
Aunque yo también vaya en la bola.

Extracto del libro La Virgen de San Lucas - Su historia, autor: Viliulfo Gaspar Avellaneda. Editorial Garabato.
Contacto: garabatoeditorial@live.com.mx
Tel: (01 55) 55614231 Cel: (045) 5521998871

jueves, 13 de noviembre de 2014

Un decir y una costumbre "La Pichocha"

Se hallaba La Pichocha vendiendo su agua fresca, como por lo común hacía en el pueblo de Ajuchitlán, y gritaba a todo lo que su voz podía:¡¡agua helada!!, ¡¡bien helada!! Eran los momentos de la celebración de la Semana Santa, por la calle.
Estoy predicando, le recamó el cura ¡que!, ¿no oíste?
¡Anda puta! contestó la vendedora, tú no te quieres morir de hambre, y yo tampoco. Es el momento en que puedo vender agua.


Extracto del libro Dichos y comodijos: Tierra Caliente del Balsas, Autor: Viliulfo Gaspar Avellaneda. Editorial Garabato.
Contacto: garabatoeditorial@live.com.mx
Tel: (01 55) 55614231 Cel: (045) 5521998871

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domingo, 9 de noviembre de 2014

Donde terminare y la enseñanza de la inocencia

En nuestra región calentana por las tardes se acostumbra entre las familias reunirse en el patio o algún punto de reunión de su hogar para platicar sobre sucesos o experiencias de la vida y por que no de la vida del pueblo.

Hoy aprendí que los adultos toman las decisiones, pero la inocencia nos enseña cosas diferentes.
Una tarde donde el sol se esconde entre los cerros y sus luz deja un colorido semi rojo ante el cielo, reunidos en familia se inicia el tema sobre donde ser sepultado, en un momento papa menciono que el quería ser sepultado con sus papas, mama también menciono que ella también deseaba quedarse con sus papas. Los hijos sonriendo preguntamos "y nosotros donde quedamos" generándose la conversación del tema donde algunos mencionaban que donde murieran hay fueran sepultados, otros ser cremados y otros para no tener conflictos después de muertos deseaban ser sepultados a la entrada del cementerio y así verían a todos los demás pasar.
Al termino de la conversación se llego a la conclusión que cada generación tiene el mismo dilema donde terminare con los padres o con los hijos.
Sin darnos cuenta que la mas pequeña de la familia de cuatro años se encontraba entre nosotros escuchándonos sentada en su silla y atenta a la conversación, al termino de la conversación ella levanta su voz diciendo yo también quiero hablar, brindándole su participación y atentos a sus palabras, mencionando: "Yo quiero que me entierren aquí, por que quiero que me lleven flores, que me visiten y por que quiero que siempre se acuerden de mí. " 
En ese momento quedo un silencio de sorpresa en sus palabras y brotando algunas lagrimas sin poder detenerlas de los presentes por las bonitas palabras de la inocencia y de lo importante de la vida después de la muerte.

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lunes, 3 de noviembre de 2014

Jabón de Cacahuananche (Cuirindal)

En la región de Tierra Caliente, existe un árbol grande, frondoso y siempre con follaje verde, que en tiempo de cuaresma produce un fruto en forma oval, cuyo corazón es una almendra de color café claro con un alto contenido de un aceite secante y de olor especial, que desde tiempos prehispánicos, nuestros abuelos purépechas llamaban: cuirindal, que en su lengua significa: árbol del pan, pues para sacar el aceite, molían la almendra, la vaporizaban y la exprimían en telas extrayéndoles el aceite, que con agua de cenizas, hacían jabón. Lo que quedaba del proceso eran unas piezas de pan color café que se desechaban; de ahí el nombre. Resulta curioso, que mientras nuestros abuelos indígenas llamaban en su lengua a este árbol como “cuirindal”, los aztecas lo llamaban “cacahuananche”, que en esa lengua significa: “árbol del cacao”, pues la almendra como se dijo, semeja un poco al cacao. Esa es la razón que en tierras del estado de guerrero, se conozca el jabón de cacahuanánche, mientras que en la región Huetamo se conoce como “jabón de cuirindal”, que era el jabón con que se aseaban nuestros ancestros.

Cualidades del jabón de cuirindal:
  • Es biodegradable
  • Es neutro
  • Es antibacterial
  • Es elaborado artesanalmente
  • No contiene productos químicos cancerígenos
  • Es elaborado totalmente con ingredientes naturales
  • No utiliza ni colores ni olores artificiales
  • Su material natural, propicia una limpieza total, ayudando a eliminar
La caspa y usándolo con regularidad ayuda a detener la caída del pelo nuestro jabón de cuirindal, está elaborado con un proceso totalmente artesanal y no industrial, cuidando de manera minuciosa cada paso y alcanzar una alta calidad en el producto.



martes, 19 de agosto de 2014

Aniversario luctuoso del general Luis Pinzón

Un 10 de junio de 1863 muere en la cuadrilla de Corral Falso, municipio de Atoyac, Guerrero, el general Luis Pinzón. Nacido en el puerto de Acapulco, en 1792, Pinzón se unió a Morelos en 1810. También militó bajo las órdenes de Galeana y de don Julián de Ávila. De 1814 a 1821 estuvo a las órdenes de Vicente Guerrero, con quien alcanzó el grado de coronel. Pinzón fue uno de los más fieles seguidores de Guerrero. Después de la Consumación de la Independencia, siguió en la milicia, donde alcanzó el grado de general el 21 de mayo de 1842.
 
 

Proceso de esculpido del Monumento del Gral. Lazaro Cardenas

Los datos oficiales en el museo es que el monumento mide 23 metros de altura. Con la imagen humana que se sobrepone a la cabeza y tomando en cuenta que la estatura promedio es de 1.70 metros, calculo que la cabeza del general mide máximo 18 ó 19 metros.
Offir Damian Jaimes: Dice... Se ha publicado que la escultura monumental dio inicio cuatro años después de la muerte del general Cárdenas quien falleció en 1970. Entonces, ante la falta de una fecha fidedigna estamos hablando que la foto podría corresponder entre los años 1974 a 1977.
 
 

lunes, 18 de agosto de 2014

La Calle de Las Lloronas en Cutzamala

Atrás del Convento y de la iglesia de Cutzamala, donde estuvo el Hospital de la Concepción en el siglo XVI, está una callejuela que hoy es la primera de la calle "Gordiano Guzmán". De 1860 a 1912 se conoció en Cutzamala como "la calle de las Lloronas". A fines de junio de 1860 en esa parte, atrás de la iglesia y el convento, fueron fusilados más de 150 jóvenes que los Liberales tomaron presos en el Sitio de Cutzamala de 1860, por orden del Gral. Diego Álvarez, General en Jefe de la División del Sur que estaba ahí con sus 4,500 hombres. La mayoría eran hijos de familia y las madres les lloraban y suplicaban al Gral. Álvarez, al Gral. Arteaga y al Gral. Jiménez que perdonaran a sus hijos. Muy pocos fueron perdonados y enviados presos al fuerte de Acapulco, pero los demás son ejecutados ante los lamentos de aquellas mujeres. Uno de los fusilados fue Genaro Almonte, un joven platero muy famoso en la región por los exquisitos y hermosos labrados en plata que hacía. Al soltarse la Revolución Mexicana de 1910, en Cutzamala se levanta un gran número de revolucionarios para apoyar a Francisco I. Madero, movimiento encabezado en el pueblo por el Coronel Juan Portillo y los Carbajal. Entonces a esa calle se le dejó de llamar "Calle de Las Lloronas". 
 
Datos del libro "Cutzamala Magia de un Pueblo" del Ing. Alfredo Mundo Fernández.
 

viernes, 15 de agosto de 2014

Casona vernácula de Cutzamala 2014

Esta casona es de arquitectura vernácula y data del siglo XIX según estudios de la Universidad Autónoma de Guerrero. A principios del siglo pasado y hasta mediados pertenecía al rico hacendado Arnulfo Rabadán que fue presidente municipal. Abarca la mitad de una manzana y en los años 60s era la última del pueblo, teniendo por atrás un amplísimo terreno baldío donde Morelos reúne su tropa de 6900 hombres el 3 de diciembre de 1813 para atacar Valladolid, hoy Morelia, y donde estaba una parte de las tropas sitiadoras de Cutzamala en mayo y junio de 1860 con las tres brigadas de la División del Sur. Frente a esta casa en los años 60s pasaba el Chivo Diabólico de una Leyenda Urbana del pueblo, que erguido en sus patas traseras empezaba su loca carrera para salir a toda carrera sobre "Vicente Guerrero" hasta el cerro La Tondónikua. Esta casona está junto a otra, la de La Palma famosa Tienda de Raya en tiempos de don Porfirio. La casona Rabadán tiene un hermoso jardín dentro y fue tienda de su dueño don Arnulfo.

Por Alfredo Mundo Fernandez

jueves, 14 de agosto de 2014

Baile de Las Cazuelas en Cutzamala 2014

El Baile de Las Cazuelas se hace a los recién casados y significa que no les falte ni los aditamentos de la cocina (las cazuelas que eran de barro) y desde luego el alimento en ellos. Se complementaba con el Baile de los Pollos y con La Maquinita. Qué bueno que las nuevas generaciones continúen con esta tradición.


miércoles, 13 de agosto de 2014

Así es Huetamo por Apolinar Villanueva y sus suspiros de huetamos

Canción grabada en los años 2000, es un bonito huapango o zapateado, no vayan a pensar que se trata de un corrido, dedicado a huetamo. Espero y les guste a toda la raza de la región calentana y la unión Americana. Estos son solo algunos lugares que tiene el bonito pueblo de Huetamo.

Día de las Chicoteras en Tlapehuala

Había llegado el día. Era mediodía y metió a bañarse. En el tocador de la casa de su madre esperaba una joven técnica en maquillaje que tenía la superficie del colchón de la cama llena de menjurjes, frente a un improvisado tocador que no era más que una desvencijada mesa con un espejo grande colgado a la pared, que ayudaría a la difícil labor de transformar en belleza algo casi imposible.
Salió del baño sin secarse el cabello. Fue al cuarto de sus padres e inmediatamente se sentó frente al espejo. La joven peinadora comenzó por depilar unas largas cejas que jamás fueron tocadas para darles forma, aplicó una crema limpiadora en el áspero rostro refrescándolo después con una loción de Láncome, alternaba las acciones en la cara con un manicure.
Fue bastante generosa con el corrector de imperfecciones para la piel y comenzó a sombrear los ojos que también fueron delineados para que se vieran más expresivos, según le aseguró la maquillista quien al ver el reloj de la pared comenzó a apresurarse y como pintora de arte abstracto aplicó rimel, rubor para las mejillas, quitó el excesivo brillo y delineó los labios con pincel y usó un labial color naranja.
—Ya está, puede ponerse el vestido y la peluca—dijo la joven al momento que recogía todo el conjunto de cremas y maquillajes.
En ese instante, en el corredor de la casa de tejas, sorpresivamente comenzaron unos redobles de tambor y tambora que junto a sonidos de trompetas, saxofones y trombones se preparaban para comenzar a tocar.
Junto a ellos se encontraban mujeres haciendo preparativos para elaborar grandes cantidades de aguas frescas. Unas rebanaban y picaban sandías, otras hacían trocitos a un montón de piñas y vaciaban separadamente a grandes tambos de plástico.
Había fiesta en esa casa y un ajetreo, en el patio había enormes ollas y cazuelas de barro con caldo de panza y frito, un tambo de metal en donde se cocía la barbacoa de un becerro sacrificado la noche anterior en ese mismo lugar, mujeres haciendo tortillas en un improvisado fogón con comal, parte del paisaje era la gran cantidad de moscas y perros con esperanzas vivas de tomar desprevenidas a las hacendosas mujeres.
La banda de viento con estruendo comenzó a tocar y una voz grave cantaba “Viva Dios que es lo primero, porque Él solo nos iguala, como es justo y verdadero le dio ciencia a Tlapehuala…”
Llegaban a la casa vecinos y amistades cargando enormes sandías. Otros, con piñas, tamarindos, melones y bolsas de azúcar. Por fuera, en la calle, un conjunto musical de moda tenía instalada toda su parafernalia para hacer su show, enormes bocinas y costoso escenario. Era un ir y venir de gentes, todo eso observaba Juan a través de la puerta, tenía puesta ya una peluca de un rubio intenso que contrastaba con su piel morena y le faltaba vestirse porque aún no decidía si un vestido completo o una escasa minifalda con blusa. En esa indecisión observando las prendas, entró al cuarto su esposa que no pudo contener la risa al verlo.
—Te ves bonita, ja, ja, ja,—dijo entre risas.
Y le apuró a que se vistiera. Afuera se encontraba su galán, listo para comenzar. Se trataba de un hombre joven, contratado para ser su pareja en la fiesta religiosa-profana del pueblo, ataviado con un grueso gabán y un ancho sombrero de palma, complementaban su vestimenta una antiparras oscuras y un fuste para caballo, unas barbas y bigotes pintadas con alguna sustancia negra que se desdibujaban con el sudor provocado por el fuerte calor de las tres de la tarde y el gabán encima.
Juan se decidió por la minúscula minifalda y una blusa top que permitía ver todo en su esplendor su abultado vientre, con un ombligo que con seguridad le cabía el dedo pulgar de un adulto y sobraba espacio.
Por fin salió del cuarto. Al verlo, todos los presentes regresaban a verlo y reían, algunos chiflaban como si se tratara de una mujer hermosa. Avanzó hasta donde estaba su galán dando pasos churriguerrescos, tambaleantes e inseguros como de niño con pañal abultado y es que las zapatillas lo sacaban de balance y aún así, agarró la mano a su galán y bajo un manteado en el patio de la casa, comenzó a zapatear unas rápidas notas musicales de La tortolita, ante risas de los presentes.
Con prisas, la madre de Juan le allegó un chicote de ixtle y siguió zapateando, huyendo como tortolita de tórtolo y se asestaban chicotazos.
Juan sentía una pena especial, le daba vergüenza y no. Vio cómo lo miraba su hijo de diez años, su esposa Marta, quien llegó con dos Coronitas bien frías, se tomó la cerveza de un jalón y así se las fueron trayendo, bailaba con más gusto, las zapatillas ya no le incomodaban, su galán lo abrazaba y él asumía su rol de pareja femenina.
El grupo musical comenzó a tocar, ellos salieron a la calle bailando la canción de El gavilán y después el Chúntaro style, otra parejas similares recién llegadas se unieron al baile, la gente los rodeaba, les chiflaban, gritaban “¡voy polla!” Y ellos se repartían chicotazos bebiendo cerveza tras cerveza.
Alguien avisó que era hora de que todas las chicoteras de los ocho fiesteros del pueblo se reunieran en el zócalo, la banda de viento comenzó a tocar para que las chicoteras y gente comenzaran a caminar rumbo a la plaza, y en cada esquina se detenían a bailar canciones como La del moño colorado y cumbias picarescas
Para ese momento, Juan bailaba y miraba a todos como en cámara lenta, detrás de ellos venía la gente y su familia, su esposa manejaba la troca del año que se trajo del norte y en la que traía los grandes tambos de aguas frescas que repartían entre la gente.
En el zócalo, a un lado del palacio municipal, coincidieron a bailar todas las chicoteras, gente y más gente, bandas de viento tocando cumbias, gustos y sones, algunas coincidían con la pieza más solicitada y entre el gentío, la música tocando “quítate el jum jum, que te lo quiero ver, qué bonito, qué bonito, vuélvetelo a poner…”

La mayoría de las chicoteras sufrían los estragos del alcohol, los chicotazos arreciaban, de entre la multitud jalaban a personas para que bailaran con ellas, iban de un lado para otro de la plaza ocasionando empujones y pisadas entre la multitud.
Al momento de estar cerca del templo, a un costado de la plaza, Juan dejó de bailar, se introdujo al terreno que ocupa el templo y al llegar a la puerta principal, se arrodilló y comenzó a recorrer la distancia hasta el altar principal donde se encuentra la imagen de su patrona del pueblo.
Al llegar ante ella comenzó a llorar y le dijo que había cumplido su promesa, que fue motivo de escarnio y burla, pero que con gusto lo hizo y que esperaba le hiciera el favor de que pasara rápido y sin peligro a los Estados Unidos, que no lo agarrara la migra. También que a su regreso allá, le llegara ya su tarjeta de residente para así poder venir más seguido a verla.
Salió del templo, abrazado de su esposa e hijo. Llevaba en las manos las zapatillas y la peluca. Llevaba, también, en su mente, la promesa de regresar el año próximo.