lunes, 23 de febrero de 2015

Realizan la primera Gala Identitaria de Tierra Caliente en Ciudad Altamirano, Guerrero

Los músicos tradicionales de sones y gustos calentanos, Bardomiano Salgado Aguirre y Arturo Villela Hernández, recibieron reconocimientos como Tesoros Humanos Vivos.

Música calentana, danzas tradicionales, bailes populares y expresiones artísticas como pintura, arte popular, fotografía y gastronomía, así como el reconocimiento a dos músicos tradicionales como Tesoros Humanos Vivos, fueron los ingredientes de la primera jornada cultural del Festival Galas Identitarias, Fiesta de las Culturas Vivas, que se llevó a cabo los días sábado 21 y domingo 22 de febrero en esta ciudad guerrerense.
Grupos artísticos de los nueve municipios que comprenden Tierra Caliente, entre el Estado de México, Michoacán y Guerrero fueron parte de la programación por la tarde del sábado, con presentaciones en la plaza principal de Ciudad Altamirano, ubicada a un costado de la Catedral de Fray Juan Bautista Moya.
En medio de una tarde calurosa, la plaza se llenó de colorido con el escenario vestido con sombreros calentanos de palma, que fueron obra de don Antonio Santamaría, un productor originario de Tlapehuala que ha continuado una tradición familiar desde 1880.
Los huaraches fueron elaborados por don Saúl Rentería y don Wences Hernández, productores de la Huarachería Sánchez Duarte, una de las más importantes de esta ciudad.
Alrededor de las 17:30 horas, Reynel Rodríguez Muñoz, presidente municipal de Pungarabato (al que pertenece Ciudad Altamirano); Wilibaldo Valente Pastor, representante de la Sedesol; Conrado Tostado Gutiérrez, director de Investigación y Promoción de la Dirección General de Culturas Populares del Conaculta; Gerardo Guerrero Gómez, Jefe de Unidad Regional de Culturas Populares en Guerrero; René Dávila Tapia, Síndico y procurador del Pungarabato, y Antonio Santamaría Guevara, productor de sombreros del municipio de Tlapehuala, participaron en el acto inaugural.
“La cultura debe ser un mecanismo mediante el cual podemos evitar que se termine con nuestra identidad”, expuso el presidente municipal Reynel Rodríguez, y agregó las actividades culturales que desde su administración se han llevado a cabo en este municipio, como la próxima inauguración de una casa de cultura en la colonia Lindavista.
En representación de la directora general de Culturas Populares, Alejandra Frausto Guerrero, Conrado Tostado Gutiérrez extendió una felicitación a las autoridades estatales y municipales por contribuir a la unión de las comunidades a través de su cultura.
“Ustedes son los guardianes y la fuente creativa de todo lo que podemos disfrutar aquí: gastronomía, pintura, huarachería, música. Ustedes son parte esencial de la cultura de Tierra Caliente, igualmente el público que viene esta tarde a escuchar y a generar la posibilidad de que se continúe con estas producciones como es la música calentana”, expresó.
A nombre de los artesanos de Tierra Caliente Antonio Santamaría reconoció la importancia de los programas culturales como este que permiten a los productores mostrar su trabajo fuera de su negocio.
“Agradecemos al Conaculta, al Gobierno de Guerrero y al municipio de Pungarabato por ofrecer un espacio a los artesanos de Tierra Caliente, porque a veces estamos tan inmersos en nuestra actividad que necesitamos de una plataforma como esta para mostrar lo que es Tierra Caliente cultural y artesanalmente”, señaló Antonio Santamaría.
Durante la ceremonia de inauguración los músicos tradicionales Bardomiano Salgado Aguirre, originario de Juchitán del Progreso, y a Arturo Villela Hernández, nativo de Ciudad Altamirano, fueron reconocidos como Tesoros Humanos Vivos, de manos de los funcionarios Conrado Tostado de la DGCP y Wilibaldo Valente Pastor, de Sedesol.
Ambos músicos fueron reconocidos por la labor de preservar y difundir la música calentana en el estado de Guerrero, por más de cinco generaciones.
Gustos, sones y danzas tradicionales en el primer día de la Gala Identitaria
La primera Gala Identitaria arrancó con la presentación musical de Gustavo Paredes Nájera, conocido como El Gavilán
del Violín, de 20 años, quien ha destacado por la ejecución de la música calentana entre las generaciones más jóvenes.
A este número musical, le siguió la danza tradicional de Los Santiagueros, la cual representa una batalla que Santiago libra contra los moros, con espectaculares vestuarios y personajes, y que se practica desde el siglo XVII en el municipio San Miguel Totolapan, Tierra Caliente.
Uno de los invitados especiales de esa tarde fue la agrupación musical don Evaristo Galarza y su Grupo Huetamo. Don Evaristo es uno de los músicos tradicionales de Michoacán que preservan la tradición de la música calentana y a sus 88 años se presenta en foros como el Palacio de Bellas Artes. Durante esta tarde y frente a un público expectante interpretó sones como Amor ingrato, El cuadradito, Señor Arellano, y Medio toro.
A don Evaristo le siguió la presentación de un conjunto de tradicional del Balsas y la presentación de uno de los números más atractivos de la noche: los bailadores tradicionales de Zirándaro de los Chávez, Guerrero, quienes ejecutaron piezas como El gusto federal, La tortolita, El huizache y La rabia.
Ciudad Altamirano fue la primera sede de este festival que para el 2015 visitará los estados de Yucatán y Chihuahua, durante los próximos fines de semana, como parte de las actividades del segundo año del Mes de la Cruzada Nacional Contra el Hambre, que realiza gracias al esfuerzo conjunto de la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol) y del Programa Nacional México, Cultura Para la Armonía, impulsado por el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta), a través de la Dirección General de Culturas Populares (DGCP).
Escrito por Conaculta
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Piedra Tecampana en Telolopana Guerrero

La famosa piedra que canta de Teloloapan, al pegarle suena como campana. 
 
Cuenta la leyenda q: a la muerte del Rey Azteca Ahuitzol, soberano muy cruel, tenía que sucederlo en el trono su hijo el príncipe TECAMPA a quien llamaban Cuali; según las tradiciones para llegar a ser emperador Tecampa tenía que emprender la xochiyaóyotl o guerra florida, que a diferencia de las guerras de conquista, tenían por objeto procurarse prisioneros para sacrificarlos al dios del sol, Huitzilopochtli.
Al toque de los teponaxtles y rugir de los caracoles emprendió su camino hacia el sur de la capital mexica porque su meta era llegar a conquistar un pequeño reinado indígena ubicado en el lugar llamado Mexicapán e incorporarlo al imperio Azteca; para esto Tecampa venció a los pequeños pueblos de Alahuixtlán, Quauhtlapechco, Ixtlahuacatengo, Oztuma, Alpixafia y Tlaxicaztla, logrando tomar bastantes prisioneros, por último se encamina a Mexicapán; pueblo de raza chontal, el calpixque o jefe del lugar llamó a Texol, quien vivia en paz junto a su hija NA, joven de una hermosura inigualable que amaba mucho a su padre y era fiel a la independencia de su raza. No era la primera ocasión que su pueblo era amenazado, y ya se habían liberado de pagar el tributo al cacique chontal Tletecuhtli, el "señor Fuego", Texol se apresura a alentar a las tropas chontales a luchar con denuedo y vencer o a morir en la pelea...

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domingo, 22 de febrero de 2015

El guache y sus carbones de fuego.

Hay una historia bonita de una mamá que le enseña con un ejemplo a su hijo, lo dañino que puede ser para uno el tener problemas con alguien más.
Lo llevó ante un costal de carbón y puso enfrente una sábana blanca y le dijo al niño que imaginara que la sábana era su adversario con quien había tenido problemas y que le lanzara con fuerza todos los carbones que pudiera, hasta que su enojo se calmara.
El niño vació el costal de carbón y con la satisfacción en el rostro le dijo a su mamá que ya se sentía mejor, su furia se había apaciguado.
La mamá le enseñó la sábana que apenas se había manchado y los carbones tirados en el suelo, y llevó al niño al espejo para que viera como había quedado de tiznado en su faena.
Y con ese ejemplo, le dijo, que aunque tuviera razón en su enojo ante su pequeño adversario, al responder los ataques y lanzar los carbones, viera como había quedado de manchado y que así es la forma en que uno se queda cuando se ataca a alguien más.
Y dando un giro a esa historia, creo que esos carbones que representan el coraje y el rencor, los podemos sustituir por carbones de alegría, de paz, de amor y lanzarlos a todos nuestros semejantes.
Con la gran meta, que al final, después que vaciemos nuestros costales de carbón a las sabanas blancas de nuestros semejantes, seremos nosotros los más impregnados de esos nobles sentimientos.
¡A lanzar carbones de amor!

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sábado, 21 de febrero de 2015

¡Pero qué sabe de pozol, aquel que nunca fue a una velación!

Recuerdo ese pozole, en su cazuelita de barro, con ese rojo producto del chile guajillo y de puya, colmado de cebolla, con su chile verde serrano cortado en pedazos, pero tan uniforme que sabes que fue cortado para dar sabor.
Veo esa cazuela de barro, con los granos de maíz hervido, del de nixtamal, no de ese pre cocido con el que lo preparan ahora.
Imagino el olor del orégano, de hojitas tronantes que se deshacen en los dedos mientras lo esparces por toda la cazuela. Y ese limón partido que le rocías, lo exprimes con fuerzas y sientes el olor del zumo en tu nariz y lo sueltas hasta que sabes, que ya no tiene una sola gota de zumo más.
Y ahí lo tienes frente a ti, en ese recuerdo de niñez, en esa cama de otate en la que todos los niños que fueron a la velación los mandaron a cenar, tal vez un pedazo de trompa o la oreja de la cabeza del marrano asoma en ese plato, que nunca un niño hizo esperar.
Ese era un pozol que devorabas mientras escuchabas tal vez el vals “Dios nunca muere”, de los músicos de la banda de viento o la chirimía con el tambor, con ese sonido que anuncia el camino del sufrimiento, pero con ese plato sólo sabes del placer de comer.
El último condimento que se le aplica a un pozole –cuando se es niño-, es una Pepsi o una Coca bien fría, con eso, el placer está completo, no hay mayor felicidad para un paladar.
Hace tiempo, era tanto mi gusto por el pozole que bien pude recibir con honores el mote del “Siete Cazuelas”, apodo que es digno de recibir sólo aquel que ha roto el record de servirse siete veces y pedir para llevar para que lo pruebe la familia.
Como un verdadero Siete Cazuelas, depredador de cabezas de marrano hervidas en maíz con sal y hojas de laurel, merodeador del bajo mundo de las pozolerías que alguien impuso sólo dieran servicio los días jueves, he encontrado que en Tlapehuala, los días viernes muy temprano, una señora de San Antonio de las Huertas vende un pozole como ese de velación.
Los sábados por la noche, cada quince días, mi vecina doña Mary, en la calle Mina, que vende cena, también vende pozole, que aunque blanco, tiene ese sabor de antaño, y cada dos semanas acudo previa cita con Martha, puntual, al encuentro de ese pozole blanco, y ahí coinciden, sólo verdaderos sibaritas arcelenses del pozole.
Por lo demás, a esperar hasta el día jueves, ya tenía una pozolería preferida, pero le apliqué un pequeño embargo comercial personal de no consumir su oliente maíz hervido, porque la última vez que lo sirvió le habían pasado de sal.
Así que el pasado jueves encaminé mis pasos hacía otra pozolería, adonde hace tiempo no había ido. Y ya lejano de los tiempos de aquel legendario Siete Cazuelas, vi en la carta que ofrecían cazuelas de varios tamaños: mini, chico, grande y mediano.
Pedí un pozole chico y después de media hora de esperar me llevaron la pequeña cazuela, durante ese tiempo pensé por qué tardaban tanto en servirlo, si solo hay que sacarlo de la olla, echarlo a la cazuela, y listo.
Pero eso no fue todo, al ver el tamaño de la cazuelita en que me sirvieron fue mi desilusión tan grande, que le dije a Anna Tamayo, de la que me salvé, si pido el pozole mini, seguramente me vienen a dar una cucharada de pozole y ya.



viernes, 20 de febrero de 2015

Soy curandero

Dicen que soy curandero
y que sé de curanderías,
y que el viento todos los días
se me enreda en el cabello.
Dicen que soy el potrero,
que por la seca florece,
que soy un arroyo, un
arroyo que se crece
volviéndose un torrental.
Es mentira. Soy un viejo caimán,
que brinca y desaparece.
Versos de la Costa Chica.


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