lunes, 20 de febrero de 2012

Juana Arcos Barragán - Grandes mujeres calentanas


Heroína de la independencia. Nació en 1780, en amuco de los Libres, región Tierra caliente; se desconoce la fecha en que murió, sólo se recuerdan sus hazañas y su gran valor.

Algunos la describen como mujer hermosa, alta, simpática hasta la exageración; todo el mundo la quería, era muy atractiva; su persona irradiaba gracia y belleza, y su gran valor y su amor por el suelo que la vio nacer, aferrada, pudiéramos decir a sus deseos de libertad, mantenía por sus rumbos conexiones y pláticas de libertad. Sus paisanos la escuchaban con verdadero deleite y hacía nacer el amor por la patria.

Reunió un grupo de campesinos e inmediatamente se presentó a Morelos para pelear por la independencia. Por su valor, y por su entereza en el campo de batalla, pues era aterradoramente valiente, Morelos le concedió el mando de un contingente de soldados que la llamaban La Barragana.

Durante el sitio de Cuautla, su comportamiento heroico motivó que el Generalísimo le tuviera gran confianza para la defensa de los lugares que le designaba.

Roto el sitio de Cuautla siguió a Morelos en sus últimas campañas hasta su muerte; después de tan doloroso acontecimiento fijó su campo de operaciones en Tierra Caliente, donde aprovechó fortificaciones naturales inexpugnables, de donde nadie podía sacarla ni vencerla, por el rumbo de San Miguel Totolapan.

El virrey Venegas solicitaba la colaboración del clero pidiendo las joyas de plata y oro que éste poseía, para poder sufragar los gastos que la defensa de sus posesiones exigía.

Son fortificaciones notables las de Cóporo, en Michoacán, defendidas por Ramón Rayón y Bravo; las de Coyuca de Catalán; la de los Remedios sostenida por el padre Torres y el coronel Nicolás, y Miguel Borja; el Campo del Gallo, a inmediaciones de Michoacán, donde Ignacio y Ramón Rayón establecieron una maestranza; Ramón Rayón inventó una cureña especial que permitía a los artilleros manejar dos piezas a la vez; esta fortificación fue, durante años, el baluarte de los insurgentes que proporcionaba pertrechos a las fuerzas de Michoacán y Guerrero; y la de San Juan Coscomatepec, al norte de Orizaba, posición fuerte por a naturaleza y por la obra de defensa que levantó el general Bravo.

Las fortificaciones dan a conocer los recursos de que se valían los insurgentes para dar pelea a los españoles; eran verdaderos baluartes, hechos con pericia militar. Estaban dotadas de fortines, de fosos de entrada y salidas secretas, de muros inexpugnables que la Barragán conocía perfectamente. Ella llevaba el control de sus tropas y al solo anunciar que venía La Barragana, todos se alegraban y le daban alimentos para su tropa, la obedecían ciegamente porque era comprensiva; cuando alguien no había comido y sólo tenía algo para ella lo daba aunque se quedara sin comer. Era valiente hasta la exageración; los que peleaban a su mando, lo hacían con mucha confianza, sin temor; cuando ya no tenía parque, o el número de sus contrarios era mayor que el de sus tropas, se refugiaba en sus fortificaciones y de allí les daba combate.

Murió poco antes de consumarse la independencia.

Cuautla, para inmortalizar con justicia su nombre y el inmenso valor que desplegó en el glorioso sitio, le dedicó una calle con el nombre de la "Intrépida Barragana".

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