Atoyac, terruño del profesor y general Silvestre G. Mariscal. Propagandista de la candidatura de Madero en 1910, a partir de abril del año siguiente, incorporado a la revolución, se convirtió pronto en la figura dominante de la Costa Grande y Acapulco; encabezó uno de los grupos armados más consistentes y aguerridos militarmente, aunque ideológicamente careció de firmeza y coherencia, pues sirvió al maderismo, al huertismo y al carrancismo; no simpatizó con el zapatismo. En sus memorias dejó asentada su opinión sobre el curso de la revolución y el papel que jugaría en ella, en los días previos al cuartelazo de Victoriano Huerta, cuando fue invitado a conspirar en febrero de 1913 contra el gobierno de Madero; Mariscal estaba preso en el Distrito Federal. Escribió: “Nada más una vez quise ser revolucionario: cuando Madero contra Díaz, después me propuse ser inquebrantable en mis principios ya fuera buena o mala la causa. Nunca he convenido que los elementos que el Gobierno pone o ponga en mis manos los vuelva contra él, pues he juzgado este proceder un crimen propio de hombres sin convicciones”. Mariscal aguantó el paso de la guerra hasta 1920, en que tomó partido por el presidente Venustiano Carranza y murió a manos de partidarios obregonistas en tierra michoacana. Las fotografías muestran la casa de Mariscal en Atoyac, centro de poder de la Costa Grande, y un buque con su nombre incendiándose en la bahía de Acapulco.
Texto: Francisco Herrera Sipriano, profesor investigador INAH, Museo Regional de Guerrero. Fotos: Álbum Silvestre G. Mariscal, 1916, bajo resguardo en el Museo Casa de Carranza de la Ciudad de México.