jueves, 10 de octubre de 2024

Ya viene la shinuleada en San Miguel Totolapan

Para los nativos cuitlatecas, calentanos, guerrerenses o mexicanos.
Para los amantes de nuestra historia, costumbres y tradiciones.
Es una fiesta original, propia de los indios de San Miguel Totolapan, arraigada en diferentes pueblos que se asentaron a ambos lados de la ribera del Río Balsas los últimos hablantes de la lengua cuitlateca, idioma que se habló es este lugar hasta la década de los cincuenta del siglo XX.
La Shinuleada, cuyo origen se pierde en la obscura noche de los tiempos, ha sido celosamente conservada hasta nuestros días por los descendientes de los indios cuitlatecas. El nombre de Shinuleada proviene del idioma cuitlateco, derivado del vocablo Shinula, que en este idioma significa flor, hermosa flor de color amarillo de temporada en el campo, de ocho pétalos que se agregan a la masa de tamales antes de hervir, para darles al final un color y sabor especial a los famosos tamales de shinula.
Hablar de la Shinuleada de manera aislada, no tendría sentido. Para comprenderla, es necesario dentro del contexto de la serie anual de festividades propias de la Santa Cruz, ciclo festivo que comienza cuando los miembros de la mayordomía del pasado y el presente, nombran al nuevo mayordomo que se encargará de organizar las diferentes actividades durante el año, de acuerdo a los viejos usos y costumbres de la comunidad. Dicho nombramiento se lleva a cabo, en la segunda quincena del mes de mayo, quedando instalada oficialmente la nueva mayordomía.


LA RECIBIDERA.

El siguiente paso es nombrar a los nuevos colaboradores del mayordomo, principalmente a dos delanteros, dos veladoras y dos tepixques los que se encargarán de recibir de la mayordomía saliente por riguroso inventario los bienes materiales de la capilla considerados sagrados de la Santa Cruz, como los mandiles de la cruz, milagroso exvotos, velas benditas, medidas, sahumerios, reliquias, candeleros, etc.
De aquí en adelante la tarea principal de la nueva mayordomía será mantener abierta y seada la capilla, bajo responsabilidad de las veladoras y tepixques, y esperar con impaciencia el día domingo del mes de octubre que se elija para la Shinuleada.
El mayordomo y los delanteros principalmente se encargarán de cuidar en ese día nada falte. Preparar lo referente a la comida, desde poner el nejo hasta lavar el chacapero un día después de la fiesta, se nombra a la vieja mayor; conseguir la música, los bancos y los manteados; tender el gabán, administrar los cigarros, el mezcal y registrar las cooperaciones, se nombra al viejo mayor.
Ahora bien, la Shinuleada, como toda fiesta indígena es colectiva, donde todos cooperan y se divierten; en ella se funden la visión Judeo-Cristiana traída al nuevo mundo por los españoles, conservando una parte del mosaico de la cosmovisión indígena de los cuitlatecas.
Por eso encontramos, por una parte, la presencia de la Santa Cruz, símbolo de la fe cristiana, y por la otra, el jolgorio, el fandango, las danzas, el mezcal, la picardía, el corte de flores, los juegos a campo abierto, la música y, desde luego, la comida colectiva de origen prehispánico.

LA CORTADERA DE SHINULA.
El domingo, después de almuerzo se congregan en casa del mayordomo(a) las personas que participarán en la Shinuleada, mujeres portando bandejas, jícaras o canastas de mimbre y una servilleta vistosamente bordada; los hombres acompañarán en pareja a las mujeres a cortar la shinula en el campo, los que ocuparán la copa del sombrero para guardar las flores y pétalos despicados, otros, a caballo, participarán en la coleada del machito.
Todos juntos salen en ordenada algarabía multicolor, con la música de viento encabezando el contingente que recorren algunas calles hasta llegar al lugar previsto, fuera del pueblo, donde tienen vista una rica veta de shinula.
El caporal de la mayordomía con el sahumerio de copal arrodillados frente a la Santa Cruz le solicitan permiso para sacar de su capilla el machito para la shinuleada, de donde salen acompañando el ritmo de recular del machito hasta la salida para que a se le entregue al montador.
Al llegar, propiamente comienza la Shinuleada. La música se instala bajo la sombra de un frondoso árbol para seguir tocando; mujeres y hombres, se distribuyen en el territorio para cortar la shinula, aunque no faltan quienes en parejita procuran alejarse, u ocultarse en zanjones y arroyitos, no precisamente en busca de shinula, mas bien como Adán y Eva para comerse la manzana.

LA COLEADA DEL MACHITO.
Mientras tanto, los hombres de a caballo, se dedican a jugar a la coleada del machito. Se trata de un ingenioso y brusco juego, donde se enfrenta la astucia simbolizada en el personaje que monta el machito, contra la fuerza que representan los caballeros.
Para equilibrar la lucha y el juego resulte más divertido, como la persona que monta el machito tiene que correr a pie con evidente desventaja; ya que sólo va montado sobre una vara que en el extremo mas grueso lleva tallada la figura del machito, se le dan muchas ventajas, tales como: saltar bardas, brincar cercas, cruzar el río y arroyos, atravesar sembradíos, esconderse entre los matorrales, subir árboles, y todo cuanto le permita estar a salvo.
Por lo regular, alrededor de las 2 de la tarde, cuando ya terminaron de juntar la shinula y despicarla, lazan al machito para dar paso a otro divertido momento.


ESCENIFICACIÓN DE LA BODA.


Se trata de una farsa breve, ingeniosa y pícara, donde los actores surgen de entre los asistentes a la shinuleada, voluntariamente.
El papel de la novia recae en una viuda, en una madre soltera, en una muchacha de la vida alegre, o en una mujer de jalón.

El del novio, en algún tipo de los llamados plebes, o admirador de la novia en la vida real. También ha llegado a suceder que el matrimonio lo escenifiquen algunas de las parejitas que se ocultan en los zanjones.
De cualquier manera, el momento más divertido de esta fiesta es cuando se pide la mano de la novia, en la conversación que sostienen los familiares y los propios novios.
Por ejemplo, los padres de la novia le dicen al novio: “quiero que sepas, muchacho, que “mija” ha tenido cuatro maridos, no sabemos si te convenga”. Claro que sí, responde el novio, si ya esta comenzada, menos trabajo pa´ mi. También debes saber que ha parido 14 guaches, le agregan, “eso quiere decir que no le da trabajo parir”contesta el novio.
Por parte del novio le dicen a la novia: “mi hijo tiene muchos defectos, es muy guevón”, y la novia interrumpe un tanto sonrriente: “eso no es ningún defecto, señores”. Además, está cojo de una pata. “Arí, si no lo quiero pa` jugar carreras”, contesta con su picardía dibujada en el rostro.
Y así por el estilo.
También seleccionan al sacerdote para la boda religiosa allá en el campo, sin abandonar la picardía cuando el seudo sacerdote los une, diciéndole al novio, “haber tu, fulano, coge a la novia con la mano derecha y si está de acuerdo que te ponga el anillo” y con carcajadas los asistentes califican al sacerdote.


REGRESO DE LA SHINULEADA.
Habiéndose realizado el casorio en la Shinuleada, por las dos leyes; lazado el machito y despicada la shinula en cantidad suficiente, se emprende el regreso a casa del mayordomo.

Las personas de la población que no asistieron, al escuchar cerca el barullo, salen a curiosear, para ver quién lazó al machito y las travesuras que viene haciendo, saber quiénes fueron los novios y cómo vistieron a la novia.
No falta que alguien les ofresca su regalo bailándoles el son de la gallina, aveces le entregan un niño que lleva cargando la verdadera mamá, todo ridiculezco.


LA ENTREGA DEL MACHITO.
Al llegar a casa, el que la hizo de caporal, entrega el machito al mayordomo, en otra escena chusca: primero tocan el son con que entra bailando el machito; luego, un grupo de hombres y mujeres lo rodean para revisarlo cuidadosamente, le hablan con mucha ternura, como si el machito fuera de verdad y entendiera: “mira nomás machito, que tanto herido tienes tu lomo. Mira nomás. Te alquilaron para ir al costa a acarriarcafé, machito. Mira nomás como trais tu lomo; ni tequesquite te han dado, machito”. Esta versión es la más antigua; hoy, dicen que se lo llevaron a la sierra para acarriar mariguana.

EL SON DEL TORO DE ONCE.
La Vieja Mayor y el Caporal, comienzan a bailar el son del toro de once para que todos los asistentes se diviertan como anuncio de fin de fiesta bailando las danzas que se conocen en San Miguel Totolapan y que muchos las bailaron en su infancia, tradición que se acostumbra de igual manera en el Corte de Rosas como en la Shinuleada.
En la actualidad, este pueblo olvidado, sigue envuelto en el sincretismo católico-pagano que en el mundo prehispánico se ejercía en apego al periodo del mes que llamaban Tlaxochimaco incluyendo a San Miguel Arcángel y a la Santa Cruz.


FIN DE FIESTA.

De aquí en adelante, se bailan las danzas conocidas en Totolapan: comenzando con el son del toro de once, gallitos, marqueses, tecuanes, enanos, etc. Al atardecer del domingo, todo termina. Los que no alcanzaron a llegar a su casa, porque rodaron en el camino; otros regresan a sus hogares con el itacate para sus guaches que se quedaron de cuidanderos, porque esta fiesta es nomás para gente grande.
Las viejas molenderas todavía tienen trastes que lavar, nada más todo el chacapero; el mayordomo y el viejo mayor, entregarán los bancos y los manteados. La shinula cortada hoy, queda a cargo del mayordomo para ponerla secar, pues será utilizada el día de la lavada de la ropa en el mes de abril y el día de la Santa Cruz, el 3 de mayo. Quedan todos convidados, son las palabras de despedida del mayordomo.
Cuando tu asistas a la shinuleada en San Miguel Totolapan, conocerás los terrenos comunales tapizados con la flor de shinula; disfrutarás el juego del machito desde que el caporal que lo pide prestado a la Santa Cruz; oirás sus rebuznidos, admirarás cuando es lazado por uno de a caballo, cuando a ese cansado machito le dan mezcal en lugar de agua para que baile el son del machito.


Breve Crónica
Autor: Bolívar Ochoa Díaz
8 de octubre de 2024.

Fuente:Bolívar Ochoa Díaz

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